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OLORES
Los sentidos humanos tienen estas cosas. Apreciamos, valoramos y juzgamos según nuestros sentidos. A mi hay uno que me guía, aunque por culpa del tabaco (dicen) se pueda ir perdiendo paulatinamente. El oído lo tengo perfecto, el gusto, es el que me guía a la hora de saborear los manjares que brotan de la naturaleza, y de las manos mágicas de mi señora madre cuando se mete en la cocina. El tacto es imprescindible, hay quien necesita ser como Santo Tomás, y tocar para creer. La vista se recrea pero también se daña, desgraciadamente por la de cosas malas que podemos ver un dia cualqueira, en un canal cualquiera, en un informativo cualquiera. A mi me encanta el olfato. Es una gozada ver como algo que no se ve, ni se toca, ni se oye, ni se saborea, puede colmar los cinco sentidos a la vez.
Un olor puede hacerte sentir en el cielo, o en el más desagradable de los infiernos. Me acuerdo de cierto anuncio de un producto femenino que decía: ¿a qué huelen las nubes? Cuando inspiras y las glandulas segregadoras de olor mandan la sensacion a todo el cerebro, los cuatro sentidos restantes se sienten plenos, extasiados, y llegan a un punto de satisfaccion máxima cuando el olor es agradable. Cuando es desagrable hay una sensación de rechazo, de incomprensión, de confusión y de tristeza o rabia. El olor mas agradable, no puede ser otro para mi, o no pueden ser otros para mí que los dos olores más característicos de mi ciudad. En primavera los naranjos florecidos que van sembrando el aire de azahar. Ese azahar que te hace respirar hondo, y llenarte de bienestar los pulmones. Qué bonito es pasear por sevilla con el azahar florecido y perfumando la calle, el aire, y nuestro olfato, y nuestra mente, y nuestro corazón. El otro me trae recuerdos de verano, de casa de vecinos, donde vivían mis abuelso maternos, y en cuyo patio habia un jazmín. Un precioso jazmín, enorme reinando sobre los claveles y geranios que adornaban el patio. Un jazmín que no solo perfumaba mi cama en casa de mi abuela, y toda su casa, si no que me protegía además de los ataques de los insectos vampiros nocturnos de verano. Un jazmín.. de noche... porque durante el dia parece que guardan sus efluvios para estar cargados de bienestar, protección y dulzura.
El jazmín de noche... sin duda mi olor favorito, y que ahora, sustituido por el insecticida, echo cada vez más de menos, como aquella casa de vecinos, donde vivían mis abuelos.
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